lunes, 11 de enero de 2010

Dinámica grupal: Tela de Araña.








La clase del día 15 de Diciembre estuvo dedicada a la puesta en práctica de una dinámica grupal, y más concretamente, la denominada como” tela de araña”. Para el desarrollo de ésta dinámica, se contó con la participación de los distintos compañeros de clase allí presentes.

Almudena nos puso un vídeo (“La más chula de Móstoles”) y a partir de ahí nos dijo que teníamos, entre todos, que “solucionar la problemática presentada en el vídeo”.

Para contextualizar aún más el caso a debatir en clase, tengo que decir que la protagonista del video, Rebeca, es una chica con determinados problemas de conducta. Se vale de la imposición, autoridad y poder a la hora de establecer ciertas relaciones humanas, y más concretamente, con las que se hayan fuera de su grupo de iguales (pandilla).

Tiene novio. Es dos años mayor que ella y se halla fuera su centro educativo.

Para tratar de poner solución al caso presentado, la clase fue dividida en pequeños grupos, y más concretamente en seis, de forma que cada uno de ellos asumió un determinado rol y función. El nombre de los grupos responde a: Sujeto y Familia, Grupo de Iguales, Instituciones Educativas, Servicios Sanitarios/Servicios Jurídicos y Servicios Sociales.

Antes de nada, tengo que aclarar que yo me incluí dentro del grupo de iguales, y más concretamente como el novio de Rebeka. Tengo dos años más que ella. Pertenezco a su entorno más cercano pero como ya he dicho, no estoy escolarizado en el centro educativo donde actualmente ella se encuentra inmersa.

Al comenzar la puesta en práctica de la dinámica, Estefanía asumió el papel de la mencionada protagonista (Rebeka) y ésta, nos explicó que había agredido a un compañero de su centro educativo.

Ante tal situación, la agresión se pone de manifiesto ante la tutora de la persona agredida (Marta). La tutora, tras meditar el problema, cree oportuno mandar una carta a los padres de la agresora. Estos, tras recibir la notificación, deciden hacer responsable al centro educativo y en parte “deshacerse del problema”, que más adelante empeoraría.

Una vez que el centro educativo asume de nuevo la responsabilidad del problema, el equipo directivo decide, como medida de solución, llevar a cabo un programa de convivencia dentro del instituto. A él debe acudir, tanto Rebeka como sus padres.

Sinceramente, no soy partidaria de de tal actividad. El porqué de tal opinión se debe a que adolescentes como Rebeka y con semejantes perfiles sociales, no interiorizan la finalidad de dicho programa y la intervención por parte de éstos, no sirve de nada.

En mi opinión, siempre discutible por otro compañero o persona, la problemática presentada en la clase del día 15 de Diciembre es mucho más grave de lo que creemos y con la puesta en práctica de un plan de convivencia no vamos a resolver el problema presentado. Lo más probable que ocurra será que Rebeka acuda al plan de convivencia (por obligación de los profesionales de su centro educativo y no por intención propia) y no quiera estar allí. No tomará en serio lo que con él se pretende conseguir, y en mi opinión, seguirá delinquiendo.

Como bien he dicho antes, Rebeka agredió de nuevo a otra persona. Entran en juego los Servicios Sanitarios/Servicios Jurídicos y es aquí donde se hace partícipe a los Servicios Sociales.

En este momento de la intervención, se necesita de la colaboración de los padres de la menor.

La familia de Rebeka manifiesta que en casa son cuatro miembros. Rebeka tiene un hermano mayor. Está estudiando derecho en la Universidad y según él mismo además de sus padres, siempre ha sido un chico muy responsable. A diferencia de su hermana, nunca ha dado problemas, ni en el colegio ni en casa.

Posteriormente, se decide entrevistar a Rebeka, pero ésta se niega a ir a la entrevista sino es con su esposo. El novio de la menor ni estudia ni trabaja, y se dedica a la venta de droga.

Para concluir y tras la descripción del problema, hemos de fijar y establecer la medida de intervención que mejor se adapte a la problemática descrita en líneas anteriores.

Las posibles medidas serían:
- Acogimiento.
- Libertad vigilada.
- Prestación de Servicios Comunitarios.
- Seguimiento Educativo.
- Tratamiento Ambulatorio.

La medida que en mi opinión mejor se adapta al caso planteado en clase sería la prestación de Servicios Comunitarios, pues personalmente, conozco un joven con un perfil semejante al que presenta Rebeka, pero incluyendo algunas otras características, y como bien ha hecho saber este joven a sus familiares, amigos y entorno conocido, no toman en serio medidas como la de libertad vigilada.

El joven del cual hablo es muy cercano a mí; conozco bastante bien las cinco medidas que en el apartado anterior aparecen reflejadas e incluso he puesto en práctica (directa e indirectamente) algunas de ellas. Pienso que la prestación de Servicios Comunitarios es necesaria en un caso así, ya que la menor de edad, Rebeka, ha agredido a dos compañeros y es por ello por lo que merece una sanción o castigo. Que mejor manera que prestar servicios a la comunidad.

Como bien dice Emilio Calatayud, es más rentable así como eficaz que un menor que ha robado un bolso o una cartera, por ejemplo, realice trabajos para la comunidad durante un tiempo estimado, y así evitar su ingreso en un centro de reeducación. Es por ello, por lo que se encargaría de limpiar los parques de su barrio o localidad, limpiar las papeleras, barrer las aceras…

Volviendo al caso de Rebeka en sí, pienso que es necesario que un equipo de tratamiento familiar, es decir, un psicólogo/a, un educador/a social y un trabajador/a social, trabaje ciertas conductas y pautas, tanto a nivel personal como familiar.

En la relación de Rebeka hacia el resto de personas, y más concretamente hacía las individuos que se hayan fuera de su grupo de iguales (pandilla), suelen regirse por la imposición, la superioridad y la obediencia. Las personas que han de obedecer las decisiones y opiniones de Rebeka, viven coaccionadas, agobiadas y estresadas, y en algunos casos hasta asustadas. No todo individuo reacciona de la misma forma ante la presión y coacción de una adolescente así. Como bien dije anteriormente, conozco de primera mano una problemática semejante a la de Rebeka y es muy difícil trabajar con estos adolecentes, pues nunca dan su brazo a torcer, se niegan a colaborar en reiteradas ocasiones y siempre han de llevar la razón y la voz cantante.

Como futura profesional del ámbito de lo social, pienso que a la hora de intervenir con menores infractores, hemos de valernos de mucha astucia, tacto y paciencia, pues como digo, no es fácil trabajar con personas que no quieren cambiar y que siempre han de llevar la razón.

En muchos casos, se puede conseguir poner solución a una conducta-problema y satisfacer numerosas necesidades, pero en otros muchos, se empeora la situación y una causa puede ser la falta de habilidades sociales para trabajar con el colectivo de menores infractores.

Para cerrar la actividad, me gustaría hacer mención a una frase: los recursos económicos y humanos son la base de nuestro trabajo, por lo que tenemos que tener muy claro “hacia donde lanzar la bola”, para que sea realmente efectiva la actuación.

Esta idea da mucho que hablar y a mí personalmente me hace pensar en la desorganización y falta de responsabilidad que existe entre ciertas instituciones, organismos, asociaciones…

Uno de tantos ejemplos sería la abundancia de familias que piden ayuda debido a la problemática que padecen en casa y con sus hijos. Como ya expuse, conozco un caso de primera mano, donde los distintos miembros de la familia y entre ellos yo, hemos acudido a todo organismo e institución existente con tal de mejorar el clima familiar y poner fin a determinadas conductas-problemas, pero lo único que han hecho estos organismos ha sido pasar el ovillo de lana de unos a otros, perjudicando y desorientando aún más a la familia demandante de ayuda.

Un ejemplo que demuestre tales palabras sería una familia con un caso similar al de Rebeka, que decide manifestar la problemática que sufren en el hogar ante los Servicios Sociales de Atención Primaria. De ahí, derivan el caso a los Servicios Sociales Especializados, de manera que un equipo de tratamiento familia se hace frente de la situación-problema. Como no se consigue mejorar el panorama e incluso los profesionales implicados no conocen como resolver la situación, deciden poner el problema en manos de la familia únicamente. Es entonces cuando las personas demandantes de ayuda se paran a pensar en la desfachatez e hipocresía existente dentro de las instituciones y organismos mencionados, además de cuestionarse las siguientes preguntas: ¿Y ahora qué hacemos? ¿A quién recurrimos? ¿Dónde nos debemos dirigir? ¿Cuál es la solución a mi problema? ¿Por qué a mí? ¿Qué más tengo que hacer?


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