domingo, 11 de abril de 2010

Menores en desamparo


El grupo de trabajo formado por Beatriz Cruz Garrote y Rocío Gómez Lamarca se encargó de exponer el tema de menores en desamparo el martes 16 de marzo. Una buena forma de evaluar nuestros conocimientos sobre la temática a exponer fue desarrollar una dinámica, y más concretamente, la que responde al nombre de “conquista más territorios”.
En mi opinión, la puesta en práctica de tal dinámica fue muy buena, pues aprendimos varias cosas sobre la intervención con menores. Ahora bien, tampoco hubiera estado mal que las dos compañeras al frente de la exposición nos hubieran dado la libertad de informarnos sobre la temática a exponer, es decir, días antes de la exposición podrían habernos pedido informarnos sobre aspectos clave como la definición de tutela y patria potestad, tipos de maltrato o los tipos de recursos existentes dentro de Andalucía para menores en desamparo, pues habríamos profundizado aún más en la exposición en sí.

Una vez concluida la dinámica, las compañeras dieron paso a explicar los objetivos de su trabajo y el guión a seguir a la hora de exponer.

De todos los aspectos comentados a lo largo de la exposición, me gustaría hacer hincapié en los conceptos de patria potestad y tutela, pues la explicación de ambos generó duda entre los diferentes alumnos.

En mi opinión, cuando un niño o niña viene al mundo, alguien se tiene que hacer cargo de él. En la mayoría de los casos, son los padres del pequeño quienes se hacen cargo de su cuidado, protección y desarrollo. Cuando dos personas tienen un hijo, enseguida adquieren una serie de derechos, responsabilidades y obligaciones, las cuales han de poner en práctica a la hora de ejercer su papel de padre o madre. Sin embargo, cuando un niño o niña carece de protección, seguridad o cuidado, los padres perderían la tutela de su hijo/a.

Pongámonos en el ejemplo de que el matrimonio formado por José y Lola tiene dos hijos. En un principio, los padres de estos dos niños se hacen cargo de su cuidado y desarrollo, pero por ciertos motivos y circunstancias, y más concretamente, el consumo de droga diario, la estabilidad de ambos además de la de sus hijos se vería perjudicada. Los niños carecen de referentes paternos óptimos y es por ello por lo que José y Lola perderían la tutela de sus dos hijos.

Otro de los aspectos a comentar dentro de esta entrada sería el concepto de maltrato así como las tipologías existentes.

Según el observatorio de la infancia, el termino maltrato quedaría definido como “acción, omisión o trato negligente, no accidental, que priva al niño de sus derechos y bienestar, que amenaza o interfiere su ordenado desarrollo físico, psíquico o social y cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la sociedad en general”.

Existen diferentes tipos de maltrato, y uno de ellos sería el físico. Al mencionar la palabra “físico” enseguida viene a nuestra mente la imagen de un niño recibiendo una bofetada o golpe.

Dentro de este tipo de maltrato también se incluirían los embarazos no deseados y con ello la lejanía que una madre o un padre puede mostrar con respecto a su hijo además de la utilización del castigo físico para educar a un niño o niña.

Una vez dicho todo esto, no podemos dejar de mencionar el concepto de negligencia o abandono físico, es decir, la falta de atención y cuidados además de la insatisfacción de determinadas necesidades por parte de determinados padres y/o madres. Pongámonos en el caso de una madre que carece de redes de apoyo sociales, y ante tal situación, deja a su hijo solo en casa para poder así acudir a trabajar. El niño tiene tan solo dos años de edad, con lo cual no puede permanecer solo.

Con respecto al segundo tipo de maltrato, es decir, el abuso sexual, solo tengo que decir una cosa y es que a mi parecer, el daño psicólogo que conlleva una violación o una vejación sexual es más grande que el acto en sí. Pongámonos en el pellejo de una chica que es violada por su padre. La impotencia se apodera de mí cuando oigo hablar de casos así y siempre me viene a la mente la imagen del culpable pagando por lo que ha hecho, es decir, una persona sin escrúpulos encerrado entre cuatro paredes durante muchos años.

Con respecto al último tipo de maltrato, es decir, el social, es necesario decir que dentro de él se hallan presentes los insultos, amenazas de abandono además de los desprecios y burlas de un padre o madre hacia su hijo/a. Es en mi opinión, un tipo de maltrato muy difícil de erradicar, pues si un niño o niña es constantemente amenazado o sufre de continuas burlas y desprecios, crecerá pensando que las burlas y desprecios se los merecía o son simplemente son conductas y acciones que han de estar presentes dentro de una familia.

Llegados a tal punto y una vez que se han comentado los distintos tipos de maltrato, hemos de dar paso a la explicación de las medidas de apoyo a las familias y protección del menor, y más concretamente a los programas de tratamiento familiar, acogimiento familiar, acogimiento residencial y adopción.

Son varias las ocasiones en las que se han nombrado a los equipos de tratamiento familiar. Los que caracteriza a este conjunto de profesionales sería el trabajo en equipo y la resolución de diferentes problemáticas familiares. Estos equipos de trabajo, formados a su vez por un Trabajador/a Social, un Educador/a Social y un Psicólogo/a, guían su actuación dependiendo si el objetivo a conseguir es la reunificación familiar, la resolución de determinadas problemáticas familiares con el objetivo de no separar a un menor del resto o finalmente, la adquisición de determinados valores y principios que permitan el desarrollo integral de los miembros de una determinada familia.
Con respecto a las otras tres medidas, es decir, acogimiento familiar, acogimiento residencial y adopción, me gustaría decir, que todas ellas hacen hincapié en ofrecer al menor en situación de desamparo cierta seguridad y protección, y el papel del Educador Social así como el Trabajador Social es de gran importancia si queremos que esa protección y seguridad llegue a manifestarse.

Hace varios meses acudí a un centro de protección de menores de la localidad de Alcalá de Guadaira para conocer de primera mano el funcionamiento de un centro de tal índole además de poder entablar contacto con algunos de los profesionales que este incluye. El centro se denominaba “Casa de menores los olivos”.

El centro acoge a un grupo no muy amplio de menores de diversas edades y con diferentes situaciones personales. Todas ellas les han llevado a separarse de su familia y convivir junto con otros menores y profesionales en una casa situada a las afueras de Alcalá de Guadaira.

Como bien me supo explicar la Educadora Social del centro, Como necesidades a destacar dentro de los centros de protección de menores se incluiría la comprensión y escucha por parte de los diferentes profesionales, pues las situaciones personales sufridas y evidenciadas por cada uno de los menores provocan que una de las urgencias y necesidades a satisfacer sea, precisamente, el ser escuchados y comprendidos.

Las relaciones de amistad, de rechazo… que dentro de un centro de protección pueden manifestarse han de ser muy tenidas en cuenta a la hora de hablar de menores en situación de desamparo, de forma que los diferentes profesionales del centro han de fomentar la consolidación de relaciones positivas. Para ello, es de vital importancia propiciar el conocimiento de cada uno de los menores y resaltar las virtudes de cada uno de ellos ante los demás. Esta necesidad sería, siempre bajo mi punto de vista, una de las más importantes, pues son varios los jóvenes que conviven en un mismo “hogar” y comparten tareas similares, de forma que si han de vivir juntos en un mismo espacio, han de empezar por conocerse y respetarse los unos a los otros; de ahí la importancia del conocimiento de cada uno de estos menores.

En último lugar debemos destacar la necesidad de establecer dentro de un centro de protección una serie de normas y pautas de convivencia. Cuando un menor ingresa en una institución así, ha de tener claro que puede hacer y no hacer dentro del centro y qué papel cumple dentro de él. Los centros de protección se convierten en un hogar para los menores que dentro de él habitan, de forma que en todo hogar se han de respetar e incentivar una serie de normas, valores así como pautas de comportamiento y convivencia. El papel del Educador Social con respecto a la satisfacción de este tipo de necesidades es fundamental, pues este profesional asumiría el rol de padre o madre y es por ello, por lo que ha de inculcar a los distintos chavales determinados principios, valores y normas.

El Trabajador Social también sería como una especie de padre o madre para los menores en situación de desamparo, pues en mi opinión, se encargaría de hacer valer sus derechos ante un juez o bien ante la familia del mismo.

Una vez comentada mi experiencia en un centro de protección de menores, me gustaría mencionar mi desacuerdo ante los requisitos que una pareja o familia ha de cumplir si quiere adoptar a un niño o niña, y como ejemplo a citar la edad que al menos un miembro de la pareja ha de tener para adoptar y la diferencia de edad con respecto a la persona adoptada así como la inviabilidad de adopción por parte de abuelos, cuñados o hermanos de la persona adoptada.

Para poner fin a la temática explicada en páginas anteriores, me gustaría destacar el esfuerzo y la originalidad de las dos compañeras al frente de la exposición, pues usaron diferentes dinámicas para captar la atención del resto de compañeros así como un lenguaje cercano y sencillo a la hora de exponer las características de los tipos de maltrato o a la medida de acogimiento familiar, residencial, etc.

Aunque no les dio tiempo a concluir su exposición, pues la última dinámica, es decir, “El festival artístico” la tuvieron que desarrollar al acabar la clase y fuera del aula además de la escasa explicación de la entrevista que realizaron para hacer aún más viable su trabajo, si es verdad que su exposición, trabajo y dedicación mereció la pena.





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